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Fosfina en las nubes de Venus: ¿Indicios de vida microbiana?

Desde que conocemos las condiciones imperantes en el planeta gracias a la visita de varias sondas espaciales, Venus ha sido considerado uno de los mundos menos propensos a albergar vida de cualquier tipo. Con una temperatura capaz de derretir el plomo, una presión atmosférica noventa veces superior a la terrestre y una cubierta permanente de nubes de ácido sulfúrico, la superficie de Venus es un entorno infernal e inhóspito, y probablemente el último lugar en el que se esperaría encontrar cualquier tipo de vida.

Sin embargo, durante décadas algunos científicos han especulado que la vida podría haberse desarrollado en las capas superiores de la atmósfera del planeta más cercano, entre los 48 y los 60 kilómetros de altura, donde las condiciones pueden resultar notablemente similares a las de la Tierra. Y ahora, un equipo internacional de astrónomos, pertenecientes a instituciones como la Universidad de Cardiff, la Universidad de Manchester, la Universidad de Cambridge y el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), entre otras, ha encontrado evidencias tentativas pero sumamente convincentes de posibles indicios de la presencia de vida microbiana en Venus.

Los científicos dirigidos por la astrónoma Jane Greaves, de la Universidad de Cardiff, detectaron cantidades significativas de fosfina (PH3 o fosfuro de hidrógeno), un gas considerado un marcador biológico concluyente, ya que resulta extremadamente volátil y solo se produce de dos formas: artificialmente en un laboratorio, o naturalmente por parte ciertos tipos de microbios que viven en ambientes libres de oxígeno. Los investigadores realizaron la detección combinando observaciones del telescopio James Clerk Maxwell (JCMT) en Hawaii y el complejo de radiotelescopios ALMA en Chile.

En los últimos años, investigadores del MIT habían publicado papers no relacionados, demostrando que si alguna vez se detectara fosfina en la atmósfera de un exoplaneta, esto representaría una señal inequívoca de la presencia de vida allí. Pero antes de anunciar el descubrimiento de esta evidencia en nuestro Sistema Solar, y nada menos que en Venus, los investigadores procesaron los datos durante seis meses para convencerse definitivamente de que lo que habían detectado era fosfina, excluyendo interpretaciones incorrectas o errores en las mediciones. Además, intentaron descartar otras posibles explicaciones, considerando y testeando muchos escenarios diferentes en los que este gas podría producirse sin la presencia de algún tipo de vida. A pesar de sus esfuerzos, no consiguieron hallar una explicación alternativa, haciendo que este descubrimiento resulte todavía más prometedor.

“Esto significa que se trata de vida, o algún tipo de proceso físico o químico que no esperamos que ocurra en planetas rocosos”, indicó el astrobiólogo Janusz Petkowski, coautor del paper. “Realmente revisamos todos los procesos posibles que podrían producir fosfina en un planeta rocoso. Si no se trata de vida, entonces nuestra comprensión de los planetas rocosos es muy deficiente”.

“Este fue un experimento hecho por pura curiosidad, realmente, aprovechando la poderosa tecnología del telescopio James Clerk Maxwell y pensando en futuros instrumentos”, agregó Greaves. “Pensé que a lo sumo podríamos descartar escenarios extremos, como que las nubes estuvieran repletas de organismos. Pero cuando obtuvimos los primeros indicios de fosfina en el espectro de Venus, ¡fue un shock!”.

“Para nuestro gran alivio, las condiciones eran buenas para realizar observaciones de seguimiento a través de ALMA mientras Venus estaba en un ángulo adecuado con la Tierra”, comentó Anita Richards, astrónoma del complejo de radiotelescopios ALMA y la Universidad de Manchester, y otra de las integrantes del equipo. “Sin embargo, procesar los datos fue complicado, ya que ALMA no está orientado a detectar detalles muy sutiles en objetos muy brillantes como Venus”.

“Al final, determinamos que ambos observatorios habían observado lo mismo, una débil absorción en la longitud de onda correcta para que se trate de fosfina, cuyas moléculas eran iluminadas desde atrás por las nubes más cálidas que se encuentran a menor altura”, concluyó Greaves.

El científico William Bains, perteneciente al MIT, dirigió los esfuerzos para tratar de encontrar formas naturales de producir fosfina en Venus. Algunas ideas incluían la luz solar, minerales lanzados hacia arriba desde la superficie por volcanes o relámpagos, pero ninguno de estos procesos podría producir una cantidad significativa del gas, llegando a generar como mucho, una diezmilésima parte de la cantidad de fosfina que detectaron los telescopios. Definitivamente, algo está produciendo un volumen mucho mayor de fosfina en la atmósfera de nuestro planeta vecino. Según el astroquímico Paul Rimmer, de la Universidad de Cambridge, los microorganismos terrestres solo necesitarían trabajar aproximadamente al 10% de su productividad máxima para producir la cantidad de fosfina detectada en Venus.

Si bien el descubrimiento resulta sorprendente, la posibilidad de que exista vida microbiana en Venus podría explicar, como postulan algunos científicos, las inusuales vetas de color oscuro visibles en su atmósfera, que de alguna manera absorben luz ultravioleta, llamadas “absorbedores desconocidos”. Se ha descubierto que esas zonas están compuestas por partículas diminutas, pero aún desconocidas, del tamaño de las bacterias terrestres.

Este descubrimiento todavía no resulta una prueba concluyente de la presencia de la vida en Venus. A partir de ahora, los investigadores harán un seguimiento realizando más observaciones telescópicas, y buscando detectar también otros gases que podrían estar asociados con la presencia de la vida. Además, tratarán de determinar si hay variaciones diarias o estacionales en la cantidad de fosfina presente en la atmósfera venusina, que permitan confirmar un origen biológico. Será muy interesante ver qué muestran esas futuras observaciones; seguramente, en los próximos años veremos un renovado interés por el envío de sondas espaciales a Venus para investigar esta posibilidad in situ. Si se confirma en forma definitiva, estaremos ante uno de los descubrimientos más importantes de la historia.

Fuentes: Astrobiology Journal | FermiParadoxica

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