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La tectónica de placas en Europa podría aumentar las posibilidades de hallar vida en su océano subterráneo

Tras analizar imágenes de alta resolución obtenidas por la sonda espacial Galileo de la NASA, que orbitó a Júpiter entre 1995 y 2003, el geólogo Simon Kattenhorn y la científica planetaria Louise Prockter detectaron indicios de placas tectónicas en la superficie de Europa, el menor de los satélites galileanos.

La presencia de una geología activa en Europa podría significar que la superficie helada de la luna está conectada con su océano subterráneo, haciendo potencialmente viable el transporte de sales, minerales e incluso potenciales bacterias desde el océano a la superficie y viceversa.

Los científicos estadounidenses estudiaron las imágenes de Europa como si se tratara de las piezas de un gigantesco rompecabezas geológico, detectando crestas, bandas y otras características que se han dividido y separado por los movimientos de la corteza helada. A partir de esos detalles, trataron de rastrear cómo la superficie de Europa se había transformado con el tiempo. “Cuando pusimos todas las piezas juntas de nuevo, había un gran agujero en la reconstrucción, una especie de espacio en blanco”, declaró Kattenhorn. Los investigadores llegaron a la conclusión de que la parte faltante tenía que haber sido  “tragada” de alguna manera por el interior de la luna.

El sistema de tectónica de placas propuesto por Kattenhorn y Prockter para Europa involucra una capa superficial de hielo de varios kilómetros de espesor, deslizándose sobre otra capa de hielo a mayor temperatura, y por lo tanto, más fluida. Cuando una placa tectónica colisiona con otra y comienza a hundirse, en un proceso denominado subducción, se derrite y termina incorporándose a la capa de hielo inferior.

Este descubrimiento incrementa aun más el entusiasmo provocado en los astrónomos a fines del año pasado, cuando se anunció la detección de erupciones de vapor de agua surgiendo desde el polo sur de Europa. Las mismas no han vuelto a ser observadas desde entonces, y su aparición podría estar relacionada o no con la tectónica de placas en la superficie de la luna.

Sin embargo, hasta que se obtengan imágenes de alta resolución de otras áreas de Europa, los investigadores no podrán determinar si la subducción está ocurriendo también en otros puntos de su superficie. Si se comprobara que es un proceso común, esto podría significar que los compuestos orgánicos son intercambiados frecuentemente entre la superficie y las profundidades, incrementando sustancialmente las posibilidades de que el océano subterráneo de la luna sea un medio favorable para la aparición de la vida.

A pesar del clamor de la comunidad mundial de científicos planetarios, la NASA todavía no tiene planes firmes de enviar una misión a Europa. Aun antes del descubrimiento de la tectónica de placas en su superficie, el océano subterráneo de la luna, protegido de la radiación de Júpiter por una gruesa corteza de hielo, era considerado uno de los principales candidatos para la búsqueda de vida extraterrestre en nuestro sistema solar. De todas formas, la agencia espacial estadounidense está recopilando propuestas para el conjunto de instrumentos científicos que podría incluirse en una eventual misión a Europa.

Afortunadamente, la ESA (Agencia Espacial Europea, por sus siglas en inglés) ya está trabajando para lanzar la sonda JUICE, un explorador de las lunas heladas de Júpiter, en 2022. Tras su llegada al gigante gaseoso en 2030, pasará al menos tres años realizando observaciones detalladas del planeta y tres de sus lunas más grandes, Ganímedes, Calisto y Europa.

Fuentes consultadas: Nature | NASA | ESA.

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